El fenómeno de Valentín Elizalde, "El Gallo de Oro", sigue vigente a casi dos décadas de su partida, su estilo único, su voz particular y su carisma lo convirtieron en una leyenda inalcanzable del regional mexicano. Sin embargo, tras su trágica muerte el 25 de noviembre de 2006, el vacío que dejó en los escenarios intentó ser llenado por diversas figuras.
Entre ellas destaca la historia de Franco "El Borracho" Elizalde, un cantante que no solo imitó su estilo, sino que adoptó su apellido para intentar alcanzar la fama.
El cantante que adoptó el apellido de Valentín Elizalde
Poco después del fallecimiento del intérprete de "Vete ya", surgió en la escena un joven bajo el nombre artístico de Franco Elizalde. Aunque no existía un lazo sanguíneo real con la familia de Guasave, Franco decidió utilizar el apellido artístico de la estrella para presentarse ante el público.
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Su propuesta musical no era una coincidencia, Franco "El Borracho" Elizalde adoptó el repertorio de corridos, cumbias norteñas y canciones que hicieron famoso a Valentín. Incluso, su imagen y desplante en el escenario buscaban evocar esa esencia provocadora y confrontativa que caracterizaba al "Gallo de Oro".
A pesar de contar con presencia en plataformas digitales como Spotify, YouTube y Amazon Music, donde aún se pueden encontrar sus grabaciones, Franco no logró conectar con el corazón del público. Los fans de Valentín Elizalde, conocidos por su lealtad inquebrantable, percibieron su propuesta más como un intento de imitación que como un tributo genuino.
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¿Qué pasó con Franco "El Borracho" Elizalde?
A diferencia de los hermanos reales de Valentín, como El Flaco Elizalde o Francisco Elizalde, quienes mantienen vivo el legado familiar, el rastro de Franco se fue desvaneciendo con el tiempo. Actualmente:
- Información escasa: No existen datos precisos sobre su origen o su paradero actual.
- Legado digital: Sus álbumes permanecen en la red, pero con un número de reproducciones bajo frente a las cifras del catálogo original.
- El olvido del público: La audiencia demostró que el sentimiento y la conexión humana son irrepetibles.
La historia de Franco Elizalde sirve como recordatorio de que en el género regional, la autenticidad es la moneda de mayor valor.
Intentar ocupar el lugar de una leyenda es una tarea destinada al fracaso si no se cuenta con una identidad propia. A casi 20 años de su adiós, queda claro que solo hay un Valentín Elizalde, y cualquier intento por replicarlo parece estar condenado a quedar en la sombra del olvido.
