La Mejormanía
Desde Tacuba para el mundo: Aarón Vega cuenta la historia de Sonido Tsunami
Aarón Vega, mejor conocido como Sonido Tsunami, revela en La Mejormanía sus inicios en el barrio de Tacuba y la influencia de su padre Sonido Camarón.¡Ritmo, barrio y pasión por la música! En un episodio cargado de nostalgia, sabrosura y mucha historia, Aarón Vega, el alma detrás de Sonido Tsunami, visitó La Mejormanía con Adrián Sierra “La Bomba” para contarnos todo sobre su vida en el mundo sonidero. Desde sus raíces en la icónica colonia Tacuba, hasta convertirse en un referente actual de la escena musical callejera, su historia es un testimonio de perseverancia, amor por la música y autenticidad total.
La historia detrás de Sonido Tsunami: legado, pasión y transformación
Aarón Vega no es cualquier sonidero. Es heredero directo del mítico Sonido Camarón, fundado por su padre, Juan Vega, “el rey de los siete mares”, uno de los grandes pioneros del movimiento sonidero en México. Desde los 8 años, Aarón se enamoró de este mundo, aunque no fue fácil: su padre, preocupado por la inseguridad en los bailes, lo mantenía alejado de las tocadas.
Sin embargo, a los 15 años Aarón ya cargaba bocinas, instalaba audio, bajaba luz de los postes (literalmente) y se encargaba de toda la operación técnica del sonido familiar. Su formación fue completamente de campo, “a la vieja escuela”, como él mismo lo dice, y esa autenticidad se nota en cada presentación.
El nacimiento del nombre: ¿Por qué "Sonido Tsunami"?
Tras una etapa difícil en su vida, Aarón se alejó por un tiempo de los escenarios. Pero volvió con hambre de éxito y una idea clara: crear un proyecto propio que honrara su historia sin vivir bajo la sombra de su padre. Fue así que, inspirado en una antigua tarjeta con olas destruyendo una ciudad, y como una extensión del nombre de su padre, nació “Sonido Tsunami”: la ola más grande de Tacuba que hoy arrasa en las pistas de baile.
Un estilo único: la música que prende las pistas
Lo que distingue a Sonido Tsunami no son luces, pantallas ni estructuras gigantes. Es su esencia musical, un estilo muy personal que combina acordeón, guaracha costeña y cumbia acelerada. Una propuesta que rompe con lo tradicional, que prende las pistas y que (como él mismo dice) “no es para todos, pero sí para quienes saben gozar del sabor callejero con corazón”.
Su primer éxito, “Oye Negra”, lo consolidó como una propuesta fresca en el circuito sonidero. Luego llegaron temas como “Carnaval de Mujeres”, conocido popularmente como “Las Gordas”, que explotó en Atizapán y otras zonas del Valle de México.
Más que un equipo: Sonido Tsunami es una familia
Aarón tiene claro que sin su gente, no hay nada. Lo dice fuerte y claro: “no son chalanes, son mi familia”. Su equipo, su base, su apoyo incondicional. Cada tocada es una fiesta, un trabajo conjunto que fluye gracias al respeto y al compromiso que los une. Y aunque no busca las “grandes ligas” del espectáculo, lo que sí desea es que quien lo contrate, lo haga por su esencia, por su propuesta y por su pasión.
Aunque Aarón no sueña con tener diez módulos o tráilers llenos de luces, sí quiere seguir creciendo a su ritmo. Su objetivo es claro: mantener su autenticidad, conectar con la gente y vivir de lo que ama. Para él, estar en una fiesta, ver a la gente bailar, disfrutar la música y ser feliz es el verdadero éxito.
“No me interesa ser relleno ni regalar mi trabajo, yo vivo del sonido y lo respeto”
Una de las frases más potentes de la entrevista fue esta. Aarón dejó claro que no busca fama vacía ni quiere compartir cartel con nombres que solo suman por marketing. Para él, el respeto a su trabajo es lo más importante, y cada evento al que lo invitan es una oportunidad de mostrar que lo suyo es real, es del barrio y es de corazón.
Sonido Tsunami es más que un nombre: es una historia de lucha, amor por la música, transformación personal y legado familiar. Desde Tacuba hasta donde lo lleve la ola, Aarón Vega demuestra que no se necesita una mega producción para hacer vibrar un barrio. Solo se necesita corazón, ritmo y mucha esencia.